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EL PODER DE LA ILUSIÓN

Ellos querían esquiar con su hija y contaron conmigo para hacer su sueño realidad.


Una familia que lo único que quiere es disfrutar con sus hijos de todo tipo de actividades. Pero con la diferencia que la hija mayor sufrió un daño cerebral al salir de una complicada operación, y la verdad es que la vida se lo ha puesto un poco complicado.

Pero eso no les freno a intentarlo todo. Y todo es poco cuando les conoces y te das cuanta de las cosas que hacen por ella.


La primera vez que les conocí me marcaron profundamente. Su forma de afrontar la vida, su gran corazón, sus ganas de hacer diferentes cosas como si nada pasara.

Desde la primera vez que pude pasar unas horas con ellos, me enamore de esa frágil niña y quería volver a ser atravesado por la mirada intensa de Aiora.


Así fue a finales de la temporada de esquí del 2019 cuando se pusieron en contacto conmigo porque querían pasar unas horas esquiando con su hija. Algo que nunca lo habían hecho y que tampoco se imaginaban que podrían hacer.


Yo por entonces tenía recién sacado el título de piloto de las sillas de esquí adaptadas para personas con movilidad reducida y para mi era una gran responsabilidad, un gran reto y tenía una grandísima ilusión por hacerlo y hacerlo bien.


Casualmente el día que habíamos quedado para esquiar, la climatología no nos acompañó para nada.

Desde los días anteriores no sabíamos ni si podríamos llegar a la estación de esquí porque las carreteras estaban cerradas. Aun así la familia de Aiora no dejaba de animarme para que siguiéramos adelante, y menos mal que les hice caso.

Ese día no fue el mejor en lo climatológico, pero fue un día impresionante en lo emocional.


Mis nervios no me dejaban ver que a pesar de la nevada y el viento, era un gran día para esta familia que nunca habían imaginado esquiar con su hija. Y lo mejor es que yo lo podía hacer posible.

Al grupo se unió otra niña con discapacidad amiga del colegio de Aiora, que no paraba de sonreír y de demostrar su ansiedad y sus ganas de esquiar junto a su amiguita del colegio.


Poder esquiar con Aiora siguiendo a su padre, a su madre, al lado de su amiga Uxue en la otra silla emocionada por compartir juntas algo tan diferente… no tiene precio.

Fueron dos horas muy bonitas, llenas de emoción y alegría por parte de todos, donde no importaba la nieve que caía, el viento ni el frío. Todos teníamos el corazón caliente y las lágrimas muy cerca de congelarse porque querían salir por los ojos.


Fueron dos horas en las que yo me sentí parte de un sueño, el de unos padres que ese día dormirían felices porque su hija había hecho algo con ellos muy diferente a lo que estaba acostumbrada.

Pero si yo me sentí tan feliz y satisfecho, no puedo imaginar lo que sintieron sus padres.

Algunos no lo entenderán. Tampoco es mi intención hacer que lo entiendan. Solo sé que hubo momentos en los que flotábamos sobre la nieve, donde no existía ni el bien ni el mal. Puede que eso sea el sueño de un buen sueño.


Terminamos la jornada y nos juntamos para almorzar.

Solo se veían sonrisas y caras de felicidad. La mía creo que la más feliz de todas. Había hecho un buen trabajo con una gente increíble y haciendo algo que me apasiona.

Todo había salida bien y me sentía tremendamente satisfecho. Pero me quedo con esa mirada que me lanzo Aiora cuando en un momento dije “Tengo que irme” y ella volteó los ojos mirándome fijamente con expresión de agradecimiento.

Seguramente con esa mirada me quiso decir muchas cosas. Yo por lo menos leí en su mirada muchas cosas que no se pueden describir.

Es la magia que Aiora deja allí por donde pasa con su fragilidad, con su tremendo silencio, pero con miradas llenas de verdad y sinceridad.


Después de eso he vuelto a trabajar con ellos, y siempre es lo mismo… La familia con total disponibilidad para hacer lo que sea. Para ellos no hay ningún problema aparente (seguro que el día a día es completamente diferente) Ellos quieren vivir y hacer vivir otras experiencias en familia y valla que si lo consiguen.

Pero esos son argumentos para volver a escribir y contar como han sido esas otras aventuras con esta fantástica familia que me tienen el corazón robado para siempre.


Gracias familia. Siempre os estaré agradecido.



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